Violencia doméstica
TEMA DE ACTUALIDAD
Violencia doméstica
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Mother and Child, pintura de Josip Račić. La violencia doméstica engloba toda aquella forma de violencia ejercida en el ámbito doméstico. |
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Clasificación y
recursos externos
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La violencia doméstica, violencia
familiar o violencia intrafamiliar comprende todos
aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física, hasta el matonaje, acoso o la intimidación, que se producen en el seno de un hogar y que perpetra,
por lo menos, a un miembro de la familia contra
algún otro familiar. El término incluye una amplia variedad de fenómenos, entre
los que se encuentran algunos componentes de la violencia contra las mujeres, violencia contra el hombre, maltrato infantil, o padres de ambos sexos.
Terminología de la
violencia doméstica
No fue hasta 1960, cuando
se reconoció que la violencia y el maltrato en el ámbito familiar eran un
problema social. La existencia de este tipo de violencia indica un retraso
cultural en cuanto a la presencia de los valores como la consideración,
tolerancia, empatía y el respeto por las demás personas, independientemente de
su sexo. El maltrato doméstico incluye a las agresiones físicas, psicológicas o
sexuales llevadas a cabo en el hogar por parte de un familiar que hacen
vulnerable la libertad de otra persona y que causan daño físico o psicológico.
La violencia familiar
incluye toda violencia ejercida por uno o varios miembros de la familia contra
otro u otros miembros de la familia. La violencia contra la infancia, la
violencia contra la mujer y la violencia contra las personas dependientes y los ancianos
son las violencias más frecuentes en el ámbito de la familia. No siempre se
ejerce por el más fuerte física o económicamente dentro de la familia, siendo en
ocasiones razones psicológicas (véase síndrome de Estocolmo) las que impiden a la víctima
defenderse. La mayor parte de los agresores son personas mucho más fuertes que
a las que se les agrede.
Estudios realizados
encontraron que en hogares donde existe maltrato o violencia psicológica o
cualquier otro tipo de violencia, los hijos son 15 veces más propensos a
manifestar algún tipo de maltrato en su etapa adulta. La violencia psicológica
es la forma de agresión en la que la mayoría de los países las afectadas van a
quejarse y casi nunca toman acción en cuanto a dicho tipo de violencia, ya que
en este caso se unen la falta de opciones legales de denuncia y protección
frente a esta forma de violencia.
Las señales de violencia
son más fáciles de ocultar si es emocional, pues las mujeres no aceptan el
maltrato de forma “pasiva”; según los estudios realizados que la mayoría de las
mujeres maltratadas no lo aceptaron y que se resistieron a él. Estas acciones
de defensa hicieron que la violencia psicológica se viera como una agresión
mutua y algunas instituciones la catalogaron como un conflicto de pareja. Sin
embargo, de los estudios realizados en Honduras solo dos de las mujeres
entrevistadas aceptaron que eran agredidas emocionalmente, antes de ser
maltratadas físicamente. Gracias a diferentes campañas públicas y con el conocimiento
de programas estatales las mujeres tuvieron más claridad acerca de la agresión
psicológica que experimentaron.
Las mujeres que no
reconocen como agresión la violencia psicológica no significan que no vean esta
forma de violencia como algo que las dañe o las deshaga o como algo indeseable.
De hecho si lo ven y son estos episodios de maltrato emocional lo que más las
mueve a hablar de sus malestares con personas de confianza así como familiares,
amigos o personas de las iglesias y es aquí donde tratan de librarse de esas
formas de agresión.
Relación entre género y violencia
No existe consenso entre
investigadores respecto a la relación entre el género y este tipo de violencia,
por lo que es un tema controvertido donde persiste cierta confusión a la hora
de definir sus respectivas tipologías violencia de género versus
violencia doméstica— actualmente se observa un debate acerca de las tasas
de victimización para cada género y si los hombres
maltratados deben contar con los mismos recursos y refugios que están
disponibles para las mujeres víctimas. En particular, algunos estudios sugieren
que los hombres son menos propensos a ser víctimas de la violencia doméstica
debido a los estigmas sociales. Otras fuentes, sin embargo, sostienen que la
tasa de violencia doméstica contra los hombres se inflan debido a la práctica
de la inclusión de la legítima defensa como una forma de violencia doméstica.
Tipos de violencia
Habitualmente este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino
que sigue un patrón constante en el tiempo. Los principales sujetos pasivos son
las mujeres, niños y personas dependientes. Lo que todas las formas de
violencia familiar tienen en común es que constituyen un abuso de poder y de
confianza. Dada la complejidad y variedad del fenómeno, es muy difícil conocer
sus dimensiones globales.
Cabe añadir que la Dogmática considera de forma
unánime que el término violencia se
refiere tanto a violencia física como psicológica, considerándose igualmente
tanto las lesiones físicas
como las psicológicas.
Violencia psicológica
La violencia psicológica,
conocida también como violencia emocional, es una forma de maltrato, por lo que
se encuentra en una de las categorías dentro de la violencia doméstica. La
intención que trae consigo la violencia psicológica es humillar, hacer sentir
mal e insegura a una persona, deteriorando su propio valor. Difiere del
maltrato físico ya que éste es sutil y es mucho más difícil de percibirlo o
detectarlo. Se manifiesta a través de palabras hirientes, descalificaciones,
humillaciones, gritos e insultos. Éste trastorno puede tener bases en la
infancia de las personas cuando se llevan a cabo la falta de atención por parte
de los padres o familiares, y la violencia intrafamiliar.
Violencia contra los adultos mayores
El síndrome de la abuela
esclava es
otra forma de maltrato frecuente en el siglo XXI, descrito
sobre todo en países hispanoamericanos, que afecta a mujeres adultas con
gran carga familiar, voluntariamente aceptada durante muchos años, pero que al
avanzar la edad se torna excesiva. Si la mujer no
expresa claramente su agotamiento (o lo oculta), y sus hijos no lo aprecian y
le ponen remedio, la sobrecarga inadecuada provoca o agrava diversas
enfermedades comunes: hipertensión arterial, diabetes, cefaleas, depresión,
ansiedad y artritis. Estas manifestaciones no curan adecuadamente si no se
reduce apropiadamente la sobrecarga excesiva. Ocasionalmente puede provocar suicidios,
activos o pasivos.
Los niños que suelen estar
presentes durante la violencia y los que presencian pueden sufrir problemas
emocionales y de comportamiento. Los investigadores indican que la violencia en
la familia a los niños le afecta en tres maneras: en la salud, educación y el
uso de violencia en su propia vida. Se ha comprobado que los niños que
presencia la violencia manifiestan un grado mayor de depresión, ansiedad,
síntomas de trauma y problema de temperamentos.
Violencia contra la mujer
en la pareja
Zaragoza casco viejo. Grafiti contra la violencia sexista.
Cada silueta se corresponde con una mujer muerta a manos de su pareja en 2007.
Un símbolo identifica el tipo de violencia sufrida.
La idea de la sumisión de la mujer como mejor forma para
asegurar la paz dentro del matrimonio está todavía arraigada entre nosotros.
Inés
Alberdi
La violencia contra la
mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en el mundo, dándose
en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural
o cualquier otra consideración. Aun siendo de difícil cuantificación, dado que
no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que
un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo de violencia.
Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de maltrato en
torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa, en
Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3%. La mayoría
de las víctimas oculta que existan esos problemas por temor a ser juzgados en
la sociedad. La indecisión es una de las causas para no admitir la situación
así como el estereotipo dominante de la feminidad en Occidente, donde no se
considera como atributo de las mujeres el ejercicio de la violencia activa.
También entra el aspecto de
la educación y del entorno social que se vive desde niños, a un hombre que es
maltratado psíquica o físicamente por su pareja, se le atribuye que es un
hombre "débil", o es agredido por sus amigos o compañeros de trabajo
y es precisamente por esto que no está dispuesto a denunciar y mucho menos a
buscar ayuda.
Unas de las consecuencias
de la violencia doméstica es la depresión. Las mujeres que sufren violencia
doméstica corren un mayor riesgo de estrés y trastorno de ansiedad, en
particular los trastornos resultantes del estrés postraumático. El intento de
suicidio y depresión se conectan estrechamente la violencia en pareja. La violencia
contra la mujer impide que participen plenamente en sus comunidades en los
planos económicos y sociales. Las mujeres en violencia tienen menos
probabilidades de tener empleo. En todas las relaciones humanas surgen
conflictos y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso
discusiones fuertes, pueden formar parte de la relación de pareja. En
relaciones de pareja conflictivas pueden surgir peleas y llegar a la agresión
física entre ambos. Esto, que podría alcanzar cotas de violencia que serían
censurables y perseguirles, formaría parte de las dificultades a las que se
enfrentan las parejas. El maltrato no es un concepto relacionado con esto; en
el maltrato el agresor siempre es el mismo: Por definición, el
conflicto es una modalidad relacional que implica reciprocidad y es susceptible
de provocar un cambio. Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las
mismas formas (agresiones verbales o físicas), es unilateral, siempre es la
misma persona la que recibe los golpes». En la pareja, el maltrato
contra la mujer tiene unas causas específicas: los intentos del hombre por
dominar a la mujer, la baja estima que determinados hombres tienen de las
mujeres; causas que persiguen instaurar una relación de dominio mediante
desprecios, amenazas y golpes.
Los hombres que maltratan a
su pareja son motivados por una necesidad de dominar y controlar a su pareja.
En una revisión de múltiplos trabajos los principales resultantes indican que
los agresores suelen presentar con frecuencia alteraciones psicológicas como
falta de control sobre ira, dificultades en la expresión de emociones, déficits
de habilidades de comunicación y de solución de problema y baja
autoestima.“Existen diferentes tipos de hombres violentos -agresores limitados
al ámbito familiar, agresores con características borderline/disfóricas y
agresores violentos en general/antisociales- que requieren programas de
tratamiento, adaptados a sus características y necesidades específicas” Pág.
27.
Los rasgos más visibles del
maltrato son los golpes y los asesinatos, los cuales trascienden del ámbito de
la pareja; sin embargo, los maltratos de baja intensidad, los
maltratos psíquicos que, mantenidos en el tiempo, socavan la autoestima de la
mujer, son los que mayoritariamente se dan.18 Cuando
trasciende un caso de maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si
los maltratos pueden producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja,
es en el momento de la ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a
exacerbarse.
Es por esto que, en la
búsqueda de prevenir la violencia, se trata de dar herramientas a los
adolescentes para identificar los rasgos típicos de las personas violentas y
ser conscientes de esa violencia de baja intensidad que comienza generalmente
antes del matrimonio, durante el noviazgo. Así nace el concepto de. Es
frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales. Los
agresores sufrirían una serie de trastornos que les conducirían a maltratar a
la mujer y a esta, en su fragilidad, a recibirlos. Esta sería una visión del
problema tranquilizadora que no pondría en cuestión el modelo patriarcal.
El modelo psicopatológico explica la violencia como
resultado de conductas desviadas propias de ciertos individuos cuya historia
personal está caracterizada por una grave perturbación. Este enfoque, al fin y
al cabo tranquilizador, habla de un «otro», un «enfermo» o «delincuente», al
que, después de examinarlo, se le puede castigar o tratar médicamente. Desde el
punto de vista feminista, la violencia masculina se percibe como un mecanismo
de control social que mantiene la subordinación de las mujeres respecto de los
hombres. La violencia contra las mujeres se deriva de un sistema social cuyos
valores y representaciones asignan a la mujer el estatus de sujeto dominado.
Maryse
Jaspard.
Las consecuencias últimas
de la violencia contra la mujer en la pareja son la de decenas o cientos de
mujeres muertas cada año, en diferentes países, a manos de sus parejas o
ex-parejas. Y en muchos casos, esta violencia a manos de sus parejas o
ex-parejas contra la mujer quien es madre además del estrés posttraumatico que
puede seguir produzcan efectos muy negativos para el desarrollo psicológico de
los niños en el hogar.
Las consecuencias de estos
(y de cualquier otro tipo de maltrato) son que la autoestima de la persona
disminuye y afecta el desarrollo emocional. En la mayoría de los casos, la
persona puede buscar una solución en las drogas y el alcohol, incluso, en
delincuencia. Además, si no existe un avance o solución previa en la persona
suele repetir este patrón de maltrato, cayendo en un círculo vicioso. La baja
autoestima se manifiesta en todas las personas que sufren de algún tipo de
maltrato y se refleja mucho en el ámbito escolar o laboral; la persona tiene
problemas de identidad y mucha dificultad en cuanto al manejo de la
agresividad, se le dificulta construir relaciones afectivas debido a la
desconfianza hacia las demás personas.
Violencia contra el hombre en la pareja
La violencia
contra el hombre —en el contexto de la violencia doméstica— se
refiere a aquellas acciones violentas donde el rol de agresor es tomado
por la mujer en las parejas heterosexuales o bien, por el varón en aquellas
parejas de carácter homosexual. Esta violencia presenta numerosas facetas que
van desde el sexismo
inverso hasta
la discriminación y el menosprecio, la agresión física y psicológica.
Actualmente existe una
inmensa variedad de literatura existente respecto a la violencia en la pareja,
la cual, muestra principalmente a la mujer como víctima, realidad que es
comprobable y cruda, pero también es cierto que cada día se acrecientan casos
de hombres que son agredidos física y psicológicamente por la mujer, de esta
manera la mayoría de los incidentes de violencia intrafamiliar están
registrados de los hombres hacia las mujeres, debido a que la mayoría de los
hombres reaccionan permaneciendo en silencio. Este silencio es provocado a
menudo por factores tales como el miedo al ridículo, o a la reacción violenta
de su mujer, incluso, cuando un hombre ha probado que él es la víctima, parece
que la línea de conducta que le queda es solamente salir del hogar. Esto
implica separarse de sus hijos y experimentar a menudo la dificultad para
mantener un contacto regular con ellos. Cuando una mujer es violenta y abusiva
con su cónyuge, no se asume necesariamente que ella es una mala madre. Si un
hombre es violento hacia su mujer, se asume automáticamente que él es un mal
padre. Este fenómeno de la violencia intrafamiliar, ya sea contra el varón o
mujer, es un fenómeno que como sociedad nos debería de avergonzar, ya que no se
trata de quien es mas fuerte en la pareja, o de quien puede agredir mas al
otro, mas bien se trata de vivir en armonía, tratar de respetar a nuestra
pareja y evitar hacer con ella lo que no nos gustaría que ella hiciera con
nosotros. Se trata de un despertar a una nueva sociedad, libre de violencia.
Violencia contra los niños
La detección del niño
expuesto a violencia doméstica puede llegar por diversos caminos; el más común
de ellos es que la madre haya hecho una consulta y revele la situación. El
problema también puede salir a la luz porque otro profesional, como el pediatra
o profesor lo haya detectado, o porque el propio niño lo verbalice.
Las condiciones
asociadas a situaciones de maltrato, impiden el desarrollo normal a lo largo de
la infancia y sitúan al niño a alto riesgo de desarrollar psicopatología
Cicchetti y Toth, 1997). Para conocer las consecuencias psicológicas de la
violencia doméstica en los niños se hace necesaria la evaluación de su estado
cognoscitivo, emocional y conductual (Osofsky, 1999). Las alteraciones que
presente varían según la etapa evolutiva en la que se encuentra.
En preescolares, la
exposición a violencia doméstica se asocia a irritabilidad excesiva, regresión
en el lenguaje y control de esfínteres, problemas de sueño (insomnio,
sonambulismo), ansiedad de separación, dificultades en el desarrollo normal de
la autoconfianza y de posteriores conductas de exploración, relacionadas todas
ellas con la autonomía (Osofsky, 1999). Los síntomas de Trastorno por Estrés
Postraumático (TEPT), como reexperiencia repetida del evento traumático,
evitación, y aumento del “arousal”, también están presentes en niños pequeños.
En la etapa preescolar
se suele contar con la información de la madre o de otros adultos
significativos. El Child Behaviour Checklist (CBCL1½-5 y TRF1½-5; Achenbach y
Rescorla, 2001), contestado por la madre o por los profesores, permiten obtener
un perfil sintomatológico general de los problemas conductuales y emocionales
de los niños de estas edades.
El cuestionario
Interactivo Gabi (adaptación al español de Dominic Interactive; Valla,
Bergeron, y Smolla, 2000) es un autoinforme de cribado de sintomatología
psicopatológica para niños de 6 a 11 años. Se presenta en formato audiovisual
con dibujos sobre un niño o una niña llamados Gabi. Cada ítem describe una
situación que le sucede al personaje y el niño debe contestar si le sucede lo
mismo a él. Se evalúan 8 escalas (fobias específicas, ansiedad de separación,
ansiedad generalizada, depresión/ distimia, oposición, problemas de conducta,
déficit de atención/hiperactividad y puntos fuertes/capacidades).
Los niños en edad
escolar muestran síntomas de ansiedad, depresión, conducta agresiva y estrés
postraumático, así como otros problemas asociados como dificultades para
dormir, concentrarse y para afrontar las peculiaridades de su entorno. Sus
actitudes, competencia social y su funcionamiento escolar se ven afectados y, a
medida que crecen, tienen mayor riesgo de presentar fracaso escolar, cometer
actos vandálicos y presentar psicopatología, incluyendo abuso de sustancias
(Osofsky, 1999). Los adolescentes que son testigos de violencia doméstica
presentan mayores índices de implicación en actos criminales (Fagan, 2003) y
tienden a justificar el uso de la violencia en sus relaciones amorosas (Lichter
y McCloskey, 2004).
Violencia filio-parental
La violencia
filio-parental (VFP) o violencia de los hijos a los padres es
el conjunto de conductas reiteradas de agresiones
físicas(golpes,
empujones, arrojar objetos), verbales (insultos
repetidos, amenazas) o no verbales (gestos amenazadores, ruptura de
objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su
lugar. Se incluyen, entonces, las amenazas y los insultos, ya sean
realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas de
cualquier tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido.
Además, la violencia debe ir dirigida contra los padres o aquellas figuras
parentales que les sustituyan: tutores, educadores,
No se incluiría, por
tanto, en esta definición la violencia ocasional sin antecedentes y que no se
repite. Esto excluye, de manera casi generalizada, el parricidio, que presenta
características particulares que lo distinguen y que, a menudo, constituye un
episodio único, sin que se registren antecedentes. Se excluyen, también,
la agresión sexual a los padres y los
asaltos premeditados con armas letales por considerarse de un perfil diferente,
así como la violencia que aparece en un estado de disminución importante de la
consciencia (autismo o retraso mental grave) y que no se
repite cuando este estado remite: violencia en el curso de intoxicaciones, de
trastornos mentales orgánicos, de trastornos del curso o contenido del
pensamiento, etc.
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